viernes, 26 de marzo de 2010

Un cuento muy lindo de una alumna canadiense de nivel Avanzado 2:

Visita al Dentista…Otra Vez

Siempre me pasa. Me duelen los dientes durante las vacaciones y
especialmente cuando tengo planes de comenzar unas nuevas.

Esta vez, fue el mismo diente que me molestaba anteriormente. Yo ya lo hice operar 5 veces y ahora, es demasiado. Tengo que ir al dentista para sacarlo.

¿Adónde ir en este país extranjero? Yo sabía que buscaría por horas antes de encontrar uno en el que tendría confianza.

Por supuesto, la primera fuente sería la Red. La segunda, mis amigos. Una amiga me dijo que conocía un buen dentista y además, ¡muy guapo!

Con aprensión, fui a la cita. Todo fue normal, limpio, las paredes blancas como todos los consultorios médicos.

No hubo nadie en la sala de espera pero oía el sonido del torno venido de adentro. Muy pronto, una persona salió con mucha prisa tapándose la boca con la mano. ¿Vi lágrimas? No estaba segura. Oí mi nombre y entré. Pensaba: “No puede ser muy difícil, es un procedimiento muy común.”

Todo sucedió muy rápidamente. Las agujas, el latido acelerado del corazón, los músculos rígidos sobre la silla, el chorro de sangre y de pronto vi mi diente en la mano del dentista.

Salí del consultorio con una gaza en la boca y con un sentido de alivio.

Mas tarde me miré en el espejo y con un gran susto, me di cuenta de que el dentista se había equivocado.

Siempre me pasa. Me duelen los dientes…


Otro excelente trabajo de la misma alumna: una traducción de “Two English Poems”, de Jorge Luis Borges.

¿Cuál es mi legado para ti?

Yo te ofrezco las calles desiertas, las puestas de sol desesperadas, la luna de los suburbios
prominentes.
Yo te ofrezco la amargura de un hombre que ha visto largamente la luna solitaria.
Yo te ofrezco mis antepasados, mis hombres muertos, los fantasmas que los vivos
han honrado en bronce: mi abuelo muerto en la frontera de Buenos Aires, dos balas atravesaron sus pulmones, barbado y muerto, envuelto en un cuero de vaca; el abuelo de mi madre – con apenas veinticuatro años - líder de trescientos en Perú, ahora fantasmas sobre caballos desaparecidos.
Yo te ofrezco cualquier perspicacia que contienen mis libros, cualquier virilidad o humor
en mi vida.
Yo te ofrezco la lealtad de un hombre que no ha nunca sido leal.
Yo te ofrezco el meollo de yo mismo que he guardado de alguna manera - el corazón central que no se trata en palabras, no se ocupa con sueños, y no es conmovido por el tiempo, por la alegría, por las adversidades.
Yo te ofrezco el recuerdo de una rosa vista a la puesta del sol, muchos años antes de tu
nacimiento.
Yo te ofrezco las explicaciones de tú mismo, las teorías de tú mismo, y las realidades
auténticas y sorpresivas de ti mismo.
Yo puedo darte mi soledad, mi oscuridad, los deseos de mi corazón; intento sobornarte con la incertidumbre, con el peligro, con la derrota.

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